Historias de San Luis: respuestas y más historias de El Trapiche

Realmente es un placer cuando uno se entera que estas humildes historias despiertan recuerdos de personajes y lugares, como ocurrió con El Trapiche.

La primera nota fue publicada el domingo 17 de enero, y pocos días después, en otros medios, aparecieron notas a familiares de don Martín Grillo, el ilustre ciudadano y poeta.

Me alegra que así sea. Que contribuyamos a la memoria colectiva, porque la historia es de todos, no es propiedad de unos pocos ni de nadie.

Y ya que hablamos del inolvidable don Martín Grillo, recibí un hermoso comentario en este mismo espacio, escrito por María Bonicatto, una de las nietas del Poeta.

“Desde una cuenta prestada por mi hijo Martín”, relata María su alegría por reconocer El Trapiche de esta forma, y también hace referencia a una nota escrita hace poco tiempo por la licenciada Leticia Maqueda en La Opinión.

Me dice: “Leer tu relato y los que traes en el mismo de otras personas, hacen aparecer una energía muy particular. Los recuerdos y la nostalgia de quienes hemos construido nuestra infancia o etapas de la vida en ese río, esas calles que añoramos. Y si me permitís compartir un registro, estoy convencida que hoy transitamos por El Trapiche personas que nacieron allí, aquellas que nos criamos en sus veranos y las que lo eligieron para criar a sus hijos, envejecer disfrutando de las caminatas matutinas, los baños en el río cuando el termómetro marca 25 grados o simplemente hacer de ese lugar su estar en el mundo”, escribe María.

“Algo hay en estos pueblos que añoramos. Algo que perdimos y queremos recuperar”, enfatiza María en otra parte de su texto, que puede leerlo completo en la publicación aparecida el 17 de enero de este año.

Por su parte Sonia Pérez dice textualmente: “tenía ocho años en 1968. Mis primeras vacaciones en familia, en una pseudo cabaña prestada por un amigo de mi padre. Estaba ubicada donde antiguamente fue el cementerio. Por lo tanto, algunas lápidas y maderos habían desperdigados por el lugar. No importaba, éramos niños ávidos de agua y juegos. Locche salía campeón en Japón, y mi padre festejaba como si fuera el protagonista; llevamos hasta nuestro perro y la hamaca. Había un pequeño comercio cuyo dueño era Clifford o algo parecido. Me enamoré del Trapiche. Hoy tenemos un terreno con proyectos de construir. No puedo dejar de homenajear a Cornelia, quién con sus mágicas manos, hacía la delicia de un pan casero único”.

Y Nydia nos cuenta que sus abuelos vivieron allí en lo que después fue la Hostería Trapiche, inaugurada por su padre en 1947.

Añade que sus abuelos tuvieron ocho hijos, cinco de los cuales nacieron en El Trapiche, entre ellos su Mamá, quien fue maestra en una escuela unipersonal del paraje.

Anticipa que me dará algunos nombres de importantes personajes de la Argentina que se alojaron en la Hostería.

Rememora Nydia que allí su padre cantaba bajo un plátano que había en el lugar, que fue nombrado por una ONG como “Árbol del Alma”.

Es inmenso y se ve desde todos los puntos de El Trapiche.

Una vez más gracias por todos los aportes.

Anduve también días pasados por El Volcán tratando de reconstruir lugares de mi infancia.
Logré hacerlo en parte.

Y me quedo con lo que me dijo en una publicación anterior Melani Daiana Sosa, oriunda de Buenos Aires, pero que eligió a El Volcán como su lugar en el mundo.

“Adoro a mi ciudad con alma de pueblo” escribió, “y soy optimista que las cosas van a mejorar y El Volcán recuperará lo que tanto encantaba”.

Ojalá así sea. Hace falta.